viernes, 25 de marzo de 2011

Díomá...


Dicen que no hay nada para siempre. Que tarde o temprano, todo acaba por terminarse. Las canciones terminan con lentos acordes. Los mejores libros acaban con un párrafo final. Las películas más increíbles finalizan con dos simples palabras. El amor se transforma en amistad o, en el peor de los casos, indiferencia, y la amistad... Bueno, en realidad no sé qué es lo que pasa con la amistad. Pero el caso es que todo tiene un final. Y yo no sé si temer o desear que llegue el día en que tu mirada deje de tener efecto sobre mí, o que desaparezca ese incomprensible magnetismo que hace que mis ojos se claven en tu espalda cada vez que te veo alejarte. El día en que la magia de tus palabras desaparezca, y el recuerdo de tus besos se evapore junto al calor de tus caricias.
Porque estoy convencida de que ese día llegara, y tan sólo confío en que con todos nuestros buenos momentos, desaparezca también mi desilusión cuando pasas por mi lado sin darte cuenta de que estoy ahí, la presión que anida en mi pecho cuando le dedicas a ella las sonrisas que yo daría lo que fuese por tener y las lágrimas que nunca llego a derramar cuando cada una de tus palabras deja claro que nunca seremos más de lo que somos.
 ~Triss

No hay comentarios:

Publicar un comentario