martes, 29 de agosto de 2017

Que me duela más tu presencia que todas las grandes ausencias de mi vida es algo que nadie entenderá nunca. Y es que incluso yo sería incapaz de explicarlo si me preguntasen. Todos los escritores tienen una musa, y la mía es el hueco que dejas cada vez que decides marcharte cuando ni siquiera has llegado a aparecer del todo. Hace tiempo decidí haberte superado, y me lo repetí tantas veces que incluso llegué a creérmelo un poco. Y ahora vuelves y mis viejas heridas sangran tanto que inundan un alma que creyó haberte olvidado. Y tú seguirás con tu vida, como siempre, ajeno al desastre que siempre dejas allá por donde pasas. Y yo seguiré la mía, deseando despertarme una mañana y darme cuenta de que el tiempo ha vuelto atrás, y volvemos a ser quienes fuimos, o quienes soñé que un día seríamos.

lunes, 28 de agosto de 2017

Sara V - Reminiscencia

Lo había sentido desde la primera vez que se vieron. Había notado la electricidad recorrerla cuando se rozaron sin querer por primera vez.
Estaba segura de que era imposible que se hubiesen visto antes, pero su piel recordaba sus manos y su tacto. Como  la reminiscencia de un pasado anterior a ellos mismos, como si en lugar de conocerle lo estuviera recordando, recuperándolo de una parte de su mente que había estado dormida.
Su cuerpo recordaba ese contacto y rugía pidiendo más, se rebelaba de todas las formas que conocía para hacérselo saber, a pesar de sus intentos para ignorarlo.

Sara IV - Soberbia

Notó su presencia mucho antes de que hablase. Desprendía tanta energía que su presencia parecía cargar el aire de electricidad. 
A veces pensaba que toda esa energía era fruto de la seguridad en sí mismo que rozaba la soberbia; que la exasperaba en tantas ocasiones como hacía que pensase que era lo que los mantenía conectados.
Cerró los ojos y respiró profundamente, sin girarse. Escuchaba su respiración a su espalda. 
Quieto. Cerca. 
Demasiado cerca, aunque ni siquiera se rozaban. Demasiado lejos, porque no se estaban tocando. 
Volvió a coger aire y lo soltó lentamente, todavía sin abrir los ojos, mientras se giraba.

Sara III - Gasolina

Si tuviese que contarte su viaje, Sara lo haría hablando de todas las sensaciones que había dejado que la dominasen. 
Contaría cómo se había sentido arder y vibrar antes de montarse en el coche, y que no fue consciente del tiempo que llevaba al volante hasta que se encendió la luz de la reserva. Hablaría del olor a gasolina impregnando sus manos cuando paró a repostar, y que no se molestó en limpiar antes de volver a la carretera; y también de la paz que empezó a invadirla cuando bajó las ventanillas y sintió la velocidad en la piel

Sara II - Amanecer

Estaba a punto de amanecer cuando Sara vio por primera vez el mar. 
Habían hecho falta veinte años y muchas reglas rotas a base de acumular valor y rabia en su interior, pero cuando se encontró frente a la enorme masa azul que suponía el océano Atlántico supo que todo había merecido la pena.
Cuando hundió los pies en la arena por primera vez sintió que todas las consecuencias a las que tuviera que enfrentarse después darían igual.
Y cuando la primera ola le mojó hasta los tobillos entendió que allí, con los brazos extendidos respirando el intenso olor a sal era mucho más libre de lo que sería en mucho tiempo.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Etéreo

Aun me quema el último roce de tus labios y todavía noto el sabor de tus palabras dentro de mí. Y me arde el "te quiero" que no te he dicho, por si no tengo la oportunidad de hacerlo otra vez.
Han pasado más de mil días desde que cogí el último autobús y vuelvo a marcharme con la misma sensación en el bolsillo. como si todo este tiempo no hubiese sido más que un destello, algo tan etéreo como la más brillante de las estrellas fugaces, la que lleva en su cola el deseo más bonito.

sábado, 29 de julio de 2017

Espejo

El día que me atreví a mirarle a los ojos no sabía que todos terminaríamos perdidos. Cuando quise darme cuenta nuestras miradas se habían cruzado y durante un instante sentí que me miraba a un espejo. Todo el dolor y la oscuridad que se reflejaba se parecía tanto a la mía que por un momento sentí vértigo y atracción a partes iguales.
Qué equivocada estaba y cuánto tardaría en descubrirlo.
Lo que me devolvió la mirada ese día era un caso mucho más terrible de lo que podría imaginar, aunque lo intentase, y todos pagaríamos las consecuencias de mi atrevimiento.

miércoles, 19 de julio de 2017

Época

Si quisiera hablarte de imposibles podría contarte aquel día que las calles se tiñeron de otoño en pleno verano. Podría hablarte de aquella época en la que pensé que debía luchar todas las batallas y también te podría contar como casi me autodestruyo una vez tratando de salvar al humo.
Pero si quieres que te hable de algo imposible, mejor déjame hacerlo de cómo sus caderas desafían a la gravedad; y de cómo una mirada suya puede hacerte crecer un par de centímetros. Prefiero hablarte de la magia de su sonrisa, que es capaz de iluminar la vida más oscura, porque si tenemos que hablar de imposibles mejor hacerlo de aquello que puede hacerte feliz, aunque nunca lo hubieses creído posible.

lunes, 17 de julio de 2017

Sara I - Estelar.

El aire quemaba. Notaba sus pulmones arder con cada inspiración. Notaba la energía en sus células, latiendo, inundándolo todo como si tuviese una galaxia entera ardiendo en su interior. el aire quemaba porque aquellos ojos grises que se habían clavado en los suyos estaban incendiándolo todo.
No podía respirar, pero a quién le importaba hacerlo cuando te están mirando de esa forma, y cuando estás tan cerca que puedes perderte tratando de descifrar las constelaciones que dibujan las pecas sobre su nariz.
Definitivamente, respirar era algo secundario cuando puedes bucear en esos ojos y esperar que el momento dure para siempre.

Vorágine


Eres como el peor de los virus. Un auténtico herpes. Nunca desapareces, por más veces que intente borrarte de mi vida. Buscas el menor resquicio de mi vida a tu alcance para acantonarte y esperar el momento oportuno.
Esperas a que mis defensas bajen un poco, esperas a que aparezca la más pequeña fisura para desaparecer de nuevo.
Levantas ampollas. Haces heridas. Ardes. Quemas. Escueces. Y después de ese dolor tienes la indecencia de volver a desaparecer, de replegarte de nuevo debajo de mi piel y hacer como si nada hubiese pasado; hasta que encuentres un nuevo momento para atacar.

sábado, 17 de junio de 2017

Nunca hice caso a quienes decían que los muros no mantienen a los demás fuera, sino a ti encerrado dentro, y construí mi pequeña muralla ladrillo a ladrillo, y dejé que el hielo reinase sobre ellos convencida de que no llevarían razón.
No escuché a quienes me decían que escapase, no agarré las manos que me tendieron para ayudarme a saltar, no me atreví a cruzar el muro, esperando un momento más adecuado.
Y es ahora, cuando esta muralla ha crecido tanto que me ha encerrado, cuando me siento atrapada entre sus paredes, cuando me queda tan poco espacio dentro que a veces incluso cuesta respirar, cuando me doy cuenta de que llevaban razón.
Es ahora cuando me doy cuenta de que este muro que puse entre el mundo y yo es demasiado fuerte y está demasiado frío como para que nadie pueda derribarlo. Que es demasiado grueso como para que se puedan escuchar mis gritos desde fuera. Que nadie puede oírme. Nadie puede rescatarme de esta fortaleza helada que nos separa.
Y nunca hasta ahora había notado tan dentro esta soledad que muerde y congela cada célula de mi cuerpo, ni tampoco había deseado tanto encontrar una grieta que pudiese mostrarle a alguien el pequeño refugio que construí, y que poco a poco se ha convertido en una cárcel.

lunes, 6 de marzo de 2017

Esta mañana me he levantado con eco en mi interior. No era un gran eco, como cuando estás en la montaña y gritas rompiendo en silencio, nada de eso. Era un eco sordo, pequeño, como cuando golpeas una caja de madera vacía. Y exactamente así es como me sentía yo por dentro, pequeña y vacía. Era algo tan profundo que parecía que cualquiera que me mirase atentamente a los ojos podría notar la oscuridad que se había apoderado de mí.
Lo que sonaba en mi interior era algo tenue, algo que repiqueteaba incesantemente, como si no quisiera que olvidase ese agujero que me devoraba silenciosamente. Como si quisiese llamar mi atención.
Luego he recordado qué día es hoy y entonces todo ha cobrado sentido. Al principio he pensado que te echo de menos y me he odiado por ello. He pensando que a pesar del tiempo ese vacío sigue teniendo tu olor y tu nombre, y durante un eterno segundo he pensando en escribirte. En pedirte que vuelvas una vez más. En contarte cuánto te necesito algunos días.
Después me he dado cuenta de que esa voz estaba equivocada, de que no quiero hacerlo. De que no te echo de menos. No quiero volver a verte. No quiero volver a escucharte. Y, desde luego, no quiero volver a tu vorágine de ausencias. Me he dado cuenta de que no te echo de menos a ti, sino a la persona que yo era a tu lado.
No quiero que vuelvas No te necesito. Pero echo de menos todo lo bueno que quedaba en mí y que te llevaste al irte. Echo de menos todo lo que no puedo pedirte que me devuelvas, porque sé que una palabra tuya bastará para hacerme caer.