martes, 3 de mayo de 2011

Come what may...


Todo el mundo habla del amor, y de la ilusión, como sentimientos que hacen que todo sea mejor. Que las cosas vayan bien. Todos hemos escuchado alguna vez a Leonardo DiCaprio en Moluin Rouge diciendo que lo más bello que puede pasarte en la vida es que ames, y seas correspondido.
Pero él no habló de cuando no es así. No dijo nada del lacerante dolor que te atraviesa y te deja sin aliento cuando, tras haber sido capaz de vencer tus miedos, empujado por las circunstancias o por la ilusión de que se haga real, pronuncias esas palabras que pueden cambiarlo todo, y la respuesta no es la que querías escuchar.
Tampoco habló de  lo que sientes cuando te ilusionas una vez tras otra, cuando te aferras a una palabras, una mirada o una promesa vacía, y luego descubres que tan sólo te estabas sosteniendo en un castillo en el aire, que desaparecerá con la más mínima brisa.
Tal vez el amor sea como todos dicen, y  lo que pasa es que yo aún no lo he encontrado. Quizá algún día creeré que todas esas películas con su predecible final feliz pueden ser realidad, y puede que algún día yo viva mi propio cuento de hadas. Pero sé que no será esta vez, y tampoco será con él. Por más que yo quiera tener esperanza y mantener la ilusión de que aunque hoy sea un no, eso no quiere decir que mañana no pueda ser un sí, sé que no va a ser así.
Aunque claro, eso no evita que mis ojos brillen si él me mira, ni que yo tiemble cuando me habla.

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