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Donde hubo fuego, siempre quedarán las cenizas, dijo alguien. Hace mucho tiempo que el fuego se apagó entre nosotros, que la pasión murió y en su lugar nos atrapó una gélida hostilidad. Pero aunque cueste creerlo, yo sigo enterrada entre las cenizas de una historia que espero no llegar a olvidar. Tu nombre sigue acudiendo a mis labios en los momentos más inesperados, tus viejas palabras de cariño siguen resonando en mis oídos en las situaciones más inoportunas y el rastro de tus caricias quedó marcado a fuego sobre mi piel.
Te habrán dicho que te he olvidado, que he conseguido sacarte de mi interior, que otro a ocupado tu lugar. Todos te han mentido, porque yo también he mentido a todos, incluso a mi misma. Y casi llego a creérmelo, casi llego a pensar que otros besos lograrían ocupar el lugar de los tuyos.
Pero las fechas me traicionan, y hoy tu recuerdo vuelve a hacer que mis palabras resbalen sobre el papel, aunque nunca llegarán a encontrarse con tu mirada. Hoy no puedo evitar pensar en que este debería ser un día especial para nosotros, aunque a estas alturas tal vez ni lo recuerdes.
Si embargo yo, pese a los siete meses de insoportables silencios que quedan a nuestras espaldas, sigo pensando en lo que debería ser, pero no llegó a serlo.
Aunque la batalla esté perdida porque yo hace tiempo que, como la idiota que soy, me negué a luchar por ti, aconsejada por mi inconmensurable orgullo y mi soberana estupidez, aunque sé que ya es tarde para volver atrás, sigo pensando en ti. Y hoy más que nunca, sigo echándote de menos.

~Triss