Aunque parezca un poco increíble, yo sigo creyendo en el amor y en los finales felices. Aunque el mío aún no haya llegado, y ninguna de mis historias haya sido el cuento de hadas con el que siempre he soñado. Aunque esté ya un poco cansada de finales trágicos y de historias propias de un culebrón venezolano, cansada de llorar, de sufrir, de echar de menos y no saber lo que quiero, yo sigo creyendo en el amor. En ese amor que lo soluciona todo, que es capaz de salvar cualquier obstáculo. Que no entiende de expectativas o de lo que merezcas o no. Amor, en su forma más pura. El que te hace sacar lo mejor de ti, sin pedir a cambio más que una mirada o una sonrisa. Ese amor que hace que te brillen los ojos a cualquier hora, y que te arranca una sonrisa en cualquier momento, encendiendo un antiguo recuerdo.
Por muchas desilusiones y mucho daño que me hayan hecho, yo sigo esperando esa historia de cuento de hadas que todos desean alguna vez. Sigo soñando con vivir esa historia que haga que todo lo demás no importe, esa historia que deseas que dure eternamente, que te hace sentir como caminando sobre las nubes. Esa historia, compuesta de gestos simples y detalles insignificantes, que nunca seas capaz de olvidar. Esa historia que te haga pensar que estás en un sueño, del que no quieres despertar.
Sí, tal vez pienses que soy una soñadora infantil, y que nunca viviré esa historia, porque la vida no es un cuento de hadas por mucho que lo deseemos; pero alguien me dijo una vez que si puedes soñarlo entonces es que es posible. Y yo sueño con esa historia que perdí cada noche.
~Triss
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