miércoles, 7 de septiembre de 2011

Todo es eterno, hasta que se acaba

Es muy triste que tu estúpido orgullo te impida despedirte de la persona que te ha aguantado lo inaguantable. Es muy triste que por tus habituales paranoias mentales vayas a perder a alguien capaz de estar toda una noche al teléfono intentando que te sintieses mejor. Es muy triste que parezca que en apenas dos meses te hayas olvidado de casi dos años de amistad incondicional. Es muy triste que por una persona que no vale la pena hayas dejado de ser la increíble persona que conocí por mi tonta manía de ayudar a todo el mundo. Es muy triste que no quieras ver todo lo que sigo intentando hacer por ti, que no quieras escuchar lo que te tengo que decir.
Pero lo más triste de toda esta historia no es eso, claro que no. Lo más triste es que a mi me sigue importando como el primer día. Que no soy capaz de pasar de ti como siempre he pasado de todo el mundo, de amigas de preescolar. Porque me niego a aceptar que tú, precisamente tú, te hayas convertido en una persona tan triste, que casi roza lo patético. Así que voy a seguir aquí, pero no eternamente, porque creo que no es la primera vez que te digo que todo es eterno, mientras que dura. Y esto no puede durar mucho más.
Sí, ya sé que esta no es la entrada que esperarías ver aquí, que no es lo que acostumbro a escribir, y que siempre he sido de decir las cosas en persona. Aunque claro, para eso necesito que me escuches antes. El caso es que yo necesitaba decirlo de algún modo, y sigo confiando en que, aunque te niegues a mirarme a la cara, alguna vez sigues pasando por aquí. Y es lo único que me queda ya para advertirte de que me voy. Me voy, y si me dejas irme sin decir nada, no pienso volver. Y créeme cuando te digo que tengo orgullo y determinación suficientes para cumplir lo que estoy prometiendo.
Tú mejor que nadie sabes que creo en segundas, terceras o hasta vigésimas oportunidades. Que sé perdonar, y no suelo ser rencorosa; al menos no contigo. Pero hasta yo tengo un límite, y un mensaje que ni siquiera sé si es tuyo no va a cambiar tres interminables meses de ausencia. No te pido ni una disculpa ni melodramatismos, porque nunca los he necesitado. Sólo te pido que, al menos, te despidas de mí como el amigo que un día fuiste, y yo seré la persona más feliz del mundo. Pero el reloj está en tu contra, y cada día que pasa, me alejo un poco más de esto. A cada hora, estoy un poco más lejos de esta burbuja de la que hace años que quiero escapar, y, por desgracia, también de ti. Piensa lo que haces, porque siempre he pensado que eras maduro e inteligente. Porque hasta el día en que me monte en el coche y deje atrás este mar de plástico y lágrimas, no perderé la esperanza en que te importé algo en algún momento, y lo tuyo no fueron sólo las palabras vacías que ahora parecen.
~Triss

No hay comentarios:

Publicar un comentario