Que me duela más tu presencia que todas las grandes ausencias de mi vida es algo que nadie entenderá nunca. Y es que incluso yo sería incapaz de explicarlo si me preguntasen. Todos los escritores tienen una musa, y la mía es el hueco que dejas cada vez que decides marcharte cuando ni siquiera has llegado a aparecer del todo. Hace tiempo decidí haberte superado, y me lo repetí tantas veces que incluso llegué a creérmelo un poco. Y ahora vuelves y mis viejas heridas sangran tanto que inundan un alma que creyó haberte olvidado. Y tú seguirás con tu vida, como siempre, ajeno al desastre que siempre dejas allá por donde pasas. Y yo seguiré la mía, deseando despertarme una mañana y darme cuenta de que el tiempo ha vuelto atrás, y volvemos a ser quienes fuimos, o quienes soñé que un día seríamos.
Porque hay sentimientos que se esconden sin saber por qué. Emociones que nunca se llegan a expresar. Sensaciones que se relegan a nuestro interior. Recuerdos que se pierden en la memoria. Porque hay palabras, que nunca llegan a verse.
martes, 29 de agosto de 2017
lunes, 28 de agosto de 2017
Sara V - Reminiscencia
Lo había sentido desde la primera vez que se vieron. Había notado la electricidad recorrerla cuando se rozaron sin querer por primera vez.
Estaba segura de que era imposible que se hubiesen visto antes, pero su piel recordaba sus manos y su tacto. Como la reminiscencia de un pasado anterior a ellos mismos, como si en lugar de conocerle lo estuviera recordando, recuperándolo de una parte de su mente que había estado dormida.
Su cuerpo recordaba ese contacto y rugía pidiendo más, se rebelaba de todas las formas que conocía para hacérselo saber, a pesar de sus intentos para ignorarlo.
Estaba segura de que era imposible que se hubiesen visto antes, pero su piel recordaba sus manos y su tacto. Como la reminiscencia de un pasado anterior a ellos mismos, como si en lugar de conocerle lo estuviera recordando, recuperándolo de una parte de su mente que había estado dormida.
Su cuerpo recordaba ese contacto y rugía pidiendo más, se rebelaba de todas las formas que conocía para hacérselo saber, a pesar de sus intentos para ignorarlo.
Sara IV - Soberbia
Notó su presencia mucho antes de que hablase. Desprendía tanta energía que su presencia parecía cargar el aire de electricidad.
A veces pensaba que toda esa energía era fruto de la seguridad en sí mismo que rozaba la soberbia; que la exasperaba en tantas ocasiones como hacía que pensase que era lo que los mantenía conectados.
Cerró los ojos y respiró profundamente, sin girarse. Escuchaba su respiración a su espalda.
Quieto. Cerca.
Demasiado cerca, aunque ni siquiera se rozaban. Demasiado lejos, porque no se estaban tocando.
Volvió a coger aire y lo soltó lentamente, todavía sin abrir los ojos, mientras se giraba.
A veces pensaba que toda esa energía era fruto de la seguridad en sí mismo que rozaba la soberbia; que la exasperaba en tantas ocasiones como hacía que pensase que era lo que los mantenía conectados.
Cerró los ojos y respiró profundamente, sin girarse. Escuchaba su respiración a su espalda.
Quieto. Cerca.
Demasiado cerca, aunque ni siquiera se rozaban. Demasiado lejos, porque no se estaban tocando.
Volvió a coger aire y lo soltó lentamente, todavía sin abrir los ojos, mientras se giraba.
Sara III - Gasolina
Si tuviese que contarte su viaje, Sara lo haría hablando de todas las sensaciones que había dejado que la dominasen.
Contaría cómo se había sentido arder y vibrar antes de montarse en el coche, y que no fue consciente del tiempo que llevaba al volante hasta que se encendió la luz de la reserva. Hablaría del olor a gasolina impregnando sus manos cuando paró a repostar, y que no se molestó en limpiar antes de volver a la carretera; y también de la paz que empezó a invadirla cuando bajó las ventanillas y sintió la velocidad en la piel
Contaría cómo se había sentido arder y vibrar antes de montarse en el coche, y que no fue consciente del tiempo que llevaba al volante hasta que se encendió la luz de la reserva. Hablaría del olor a gasolina impregnando sus manos cuando paró a repostar, y que no se molestó en limpiar antes de volver a la carretera; y también de la paz que empezó a invadirla cuando bajó las ventanillas y sintió la velocidad en la piel
Sara II - Amanecer
Estaba a punto de amanecer cuando Sara vio por primera vez el mar.
Habían hecho falta veinte años y muchas reglas rotas a base de acumular valor y rabia en su interior, pero cuando se encontró frente a la enorme masa azul que suponía el océano Atlántico supo que todo había merecido la pena.
Cuando hundió los pies en la arena por primera vez sintió que todas las consecuencias a las que tuviera que enfrentarse después darían igual.
Y cuando la primera ola le mojó hasta los tobillos entendió que allí, con los brazos extendidos respirando el intenso olor a sal era mucho más libre de lo que sería en mucho tiempo.
Habían hecho falta veinte años y muchas reglas rotas a base de acumular valor y rabia en su interior, pero cuando se encontró frente a la enorme masa azul que suponía el océano Atlántico supo que todo había merecido la pena.
Cuando hundió los pies en la arena por primera vez sintió que todas las consecuencias a las que tuviera que enfrentarse después darían igual.
Y cuando la primera ola le mojó hasta los tobillos entendió que allí, con los brazos extendidos respirando el intenso olor a sal era mucho más libre de lo que sería en mucho tiempo.
miércoles, 2 de agosto de 2017
Etéreo
Aun me quema el último roce de tus labios y todavía noto el sabor de tus palabras dentro de mí. Y me arde el "te quiero" que no te he dicho, por si no tengo la oportunidad de hacerlo otra vez.
Han pasado más de mil días desde que cogí el último autobús y vuelvo a marcharme con la misma sensación en el bolsillo. como si todo este tiempo no hubiese sido más que un destello, algo tan etéreo como la más brillante de las estrellas fugaces, la que lleva en su cola el deseo más bonito.
Han pasado más de mil días desde que cogí el último autobús y vuelvo a marcharme con la misma sensación en el bolsillo. como si todo este tiempo no hubiese sido más que un destello, algo tan etéreo como la más brillante de las estrellas fugaces, la que lleva en su cola el deseo más bonito.
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