Algo tan simple como una visita inesperada, que basta para que esa espontánea sonrisa enterrada tras preocupaciones inútiles y dolorosos recuerdos vuelva a salir a la superficie sin necesidad de planearlo; o ese mensaje que deseabas recibir desde hace tiempo, pero por el que casi habías perdido la esperanza, que te hace darte cuenta, una vez más, de que nada es para siempre, ni siquiera lo malo. Y siempre se pasa, no importa lo duro que sea.
Así que al final, lo mejor que puedes hacer es levantarte de la cama, secarte las lágrimas, olvidar todos los malos momentos, las preocupaciones y las dudas, apartar de una vez el orgullo que te anula y, tal vez, aceptar la ayuda que sabes que necesitas aunque te niegues a reconocerlo, y que seguro que alguien te está ofreciendo. Porque aunque sea difícil, y aunque duela, tienes que abrir los ojos a la realidad, aceptas las oportunidades que el destino te presenta, vencer tus miedos y, sobre todo, tienes que arriesgarte a cualquier cosa porque, de todas formas, ya no te queda nada más que perder.
~Triss
No hay comentarios:
Publicar un comentario