martes, 27 de marzo de 2012

I'm the blame.

Es una respuesta emocional tan compleja, que no serás capaz de explicarte. Una sensación irracional, sentimientos incontrolables. Una parte de ti que no sabías que existía o que nunca llegaste a aceptar del todo. Algo que había permanecido latente hasta que, de pronto y sin ningún motivo racional, sale a la superficie con la fuerza de un huracán.
Un sentimiento que hace que no seas capaz de pensar con claridad. Que echa por tierra todos los ideales que siempre defendiste contra viento y marea. Te hará plantearte quién eres realmente. Cuándo cambiaste, y sobre todo, por qué.
Porque en realidad, por más justificaciones que te empeñes en buscar, por más explicaciones que intentes encontrarle a la situación, al final debes aceptar que no hay culpables más allá de ti mismo.
Y te arrepentirás por todos y cada uno de tus actos, por haber permitido que el instinto aflorase en ellos. Aunque sabes que no tiene sentido y que no hay marcha atrás. Que ya no puedes deshacer lo que hiciste, que hay cosas que no van a arreglarse. Que queramos o no, hay puntos de no retorno.
Y que tampoco sirve de nada esconder la cabeza y tratar de escapar del mundo. Porque tal vez consigas alejarte de la gente y los comentarios, pero nada hará que te libres de tus recuerdos.
Y, en algún momento, hay que afrontar todos los actos que cometimos, porque los problemas no van a desaparecer como los sueños tras el timbre del despertador.
Y la  realidad es que la única forma de acabar con la culpa y los remordimientos, y desterrar a las pesadillas que te acosan cada noche es sacar de una vez los monstruos del armario y enfrentarlos a la realidad.
Y al final, no queda otra que confiar en que el destino y el karma tengan reservado algo bueno para ti esta vez. Aunque en realidad, sabes que no has hecho nada para merecerlo.
~Triss

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