lunes, 11 de marzo de 2013

Always to blame


Hoy vengo a contaos una de esas historias que todos conocemos. Que en algún momento, todos hemos vivido o, en cualquier caso, acabaremos por vivir. Una historia que habla de orgullos, silencios y rencores. Pero también de ese cariño que ya forma parte del tuétano de tus huesos y de la nostalgia que se instalará entre tus costillas si es que esta historia no tiene un final feliz.
Os hablo de una historia sobre amistad y errores. Sobre recuerdos que te atormentaran durante las noches, y momentos que invadirán tus sueños cuando menos lo esperes.
Es ese tipo de historia que, si me preguntases que a qué se parece, te diría que es como una tormenta de verano. Y empieza de la misma forma: todo está despejado, y un instante después, el cielo se ha cubierto de nubarrones negros y la lluvia se ha desatado sobre tu cabeza.
Pero por desgracia, mi historia habla sobre personas y no sobre el tiempo. Y las cosas no suelen terminar de una forma tan simple como las lluvias del verano.
Y así, nos encontramos con que de repente, y sin explicarte cómo, las cosas han cambiado tanto que no las reconoces. O no te reconoces, según se mire.
De pronto, te llueven los reproches. Se cuestionan todas tus palabras. Tus pensamientos se convierten en ofensas sin ni siquiera darte cuenta y donde pensaste que siempre encontrarías una mano para apoyarte, resulta que hay contestaciones mordaces y malas caras. Dejas de tener conversaciones para tener discusiones, justo cuando el respeto ha terminado de salir por la ventana. Y algo que fue tan sencillo como respirar, empieza a requerir un esfuerzo que no sabes si merece la pena.
Y entonces entra en escena ese estúpido orgullo, que trae con él los días de silencios y de ignorarse, y las reacciones infantiles frente a la situación. Y va minando las ganas de solucionar las cosas que pudiese haber, al tiempo que cada minúsculo grano de arena se convierte en una montaña, cada vez más alta, que se interpone entre aquel a quien llamaste amigo.
Y es en ese momento cuando recuerdas todo lo que en algún momento te dijeron, y los consejos que un día te dieron. Descubres cual es tu lugar, y que no piensas bajar ni un sólo escalón... hasta que alguien decida subir el primero.
Porque te has cansado tanto de tragar orgullo una y otra vez, que en esta ocasión, te da igual no ser tú quien escriba el final de la historia.
~Triss

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